354- Peligro de derrumbe


“La casa del mirador del ahorcado se va a derrumbar”, nos dicen desde el Gobierno de  la Ciudad. Los primeros días de esta infausta nueva, los que transitamos por la Avenida Entre Ríos, tuvimos que bajar a la calzada para evitar el riesgo. Los locales a ambos lados del edificio en peligro inminente fueron clausurados, de modo que pensé que alguien demolería el edificio de macabra historia.

Por si no saben de qué hablo, se trata de una casa de dos plantas en la que se cuenta que vivió una familia cuyos hijos se suicidaron por una muchacha. Altri tempi, realmente…

Bueno, pensé, seguro que este lunes empiezan los trabajos de demolición o de apuntalamiento.

Ya pasó más de un mes. Las vallas ya no están, los carteles de advertencia, menos. Los comercios aledaños han optado por mudarse. Y los caminantes que sabemos del tema estamos eligiendo la vereda de enfrente aunque nos quede incómoda.

Nadie hace nada. Empezando por el Gobierno de la Ciudad al que desde esta modestisima tribuna haré responsable de las consecuencias. Cuando aplaste varias personas y algunos vehículos vendrán los camiones de exteriores y los periodistas a torturarnos con lamentos borincanos (que no bolivianos como dice una mal informada canción).

Por estos pagos, en mi país, hay peligro de derrumbe. Y también se trata de un suicidio. De un suicidio colectivo ya que la casi mitad de nuestra gente parece que sigue creyendo las mentiras que se dicen y quiere “darle tiempo" ,“darle herramientas para gobernar”, festejarle las gracias a esta gente cuando a otros no se les perdona ni la salud de una hija. Derrumbe de almas, ánimos, cultura, tradiciones y recursos naturales. Eso siento: y no se me ocurre cómo apuntalarlo ya que la ultraderecha topadora e impía nos serrucha, nos licua, nos hambrea, nos humilla y nos insulta.

Por eso, cada vez que salgo a la calle veo más gente sin techo, más viejos en la miseria, más jóvenes sin esperanza trabajando (si pueden) en condiciones lamentables mientras unos cuantos llenan sus bolsillos y vacían los nuestros.

Siempre amé la vida (y mucho), pero si tengo que transitar estos cuatro “democráticos” años contemplando cómo se rifa el patrimonio argentino, cómo todos los que somos “gente de mal” somos orkos, zurdos de mierda y unas cuantas cosas, más creo que prefiero esfumarme.

¿Harán algo Jorge Macri y su gente con la casa de la Avenida Entre Ríos?

Y lo más preocupante:¿ quién hará algo con nuestro hermoso país, con nuestra gente? Me temo que también correrán la misma suerte que la casa del mirador del ahorcado. El Chapulín Colorado ya ha muerto y los camaleones políticos miran solo sus bolsillos e intereses.

Habrá que fingir demencia, nomás,





y cruzar de vereda mientras podamos.

“Porca miseria”, diría algún inmigrante de otros tiempos.

Cati Cobas

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