350-La dignificación del piolín (Caticrónica)


Esta nueva crisis argentina, más difícil de transitar que ninguna de las anteriores, amenazaba con convertirme en zombi. Dos meses he pasado triste y enojada con todos los votantes de un cambio, que han hecho que la vida nos cambie tanto a los argentinos que estamos acostumbrándonos a comer una vez por día y a estar agradecidos por ello.
Puedo comprender a los votantes por interés o necesidad. Si vivís de las exportaciones, por ejemplo, o si tenés un cargo político, que implique continuar cobrando un sueldo. También a los votantes por ignorancia, pobres de toda pobreza, que se dejaron llevar por un tipo histriónico, la tele y la desesperanza. Pero no puedo perdonar a los que por odio nos condenan a pasarlo tan pero tan mal.
Este no perdón está haciendo que mengüe mi número de amigos y que no pueda concurrir a actividades en las que participan personas que votaron para “eliminar definitivamente” a las cucarachas, sin darse cuenta de que el insecticida también iba a acabar con ellas (como dice un meme que anda circulando). Y me apena enormemente porque se trata de personas que siempre fueron amables y cordiales conmigo y que por lo demás son amorosos padres y abuelos, honestos jubilados, gente entrañable pero… necesito sobrevivir, no amargarme ni discutir con personas que “no la ven” en serio, o, por lo menos no vieron lo que se venía. y eso que una lo advirtió, ¿eh? Y conste que mis advertencias eran producto de la experiencia de cinco crisis por lo menos. Y no es que diga : “todo estaba bien”, pero estaba convencida de que todo iba a ser peor.
Por lo tanto, y decidida a no morirme de tristeza, me he propuesto volver a las artesanías y a las personas íntegras. Y así me acabo de anotar en un curso de… macramé.¿De macramé, dirán ustedes? Sí. Del modesto macramé, la técnica de crear tejidos usando nudos decorativos. Macramé es una palabra de origen francés que significa nudo, y que a su vez deriva de la palabra turca makrama. Sin embargo, el anudado decorativo también se remonta a la China del siglo III en los textiles ceremoniales, así como en los colgantes de las paredes, siendo, además, pasatiempo de marineros.
Estoy encantada con la nueva artesanía, que me permite ejercitar ambos hemisferios cerebrales y anudar cabos sueltos sin correr ningún peligro.
“El macramé es la dignificación del piolín” dijo Florencio Escardó en uno de sus célebres textos humorísticos y así fue como Conrado Nalé Roxlo lo bautizó literariamente con el seudónimo de “Piolín de Macramé”.
Y realmente, Florencio Escardó es para mí un ejemplo de integridad, de alguien fiel a sus convicciones y de dignificar y hacer honor a cada una de las profesiones o actividades a las que se dedicó.
Mendocino (se avergonzaría seguramente de ser coterráneo y colega del mendocino del Opus, que declara que el virus del Sida traspasa la porcelana y que por eso no hay que usar preservativo, no me cabe duda). Fue un destacado pediatra, sanitarista, escritor y periodista argentino.
El Doctor Florencio Escardó (Piolín de macramé) nació en 1904 y murió a los ochenta y ocho años en 1992 buen mozo y elegante en su estilo sencillo y campechano.
Dijo de él José Narosky:
“En primer lugar, fue un gran médico pediatra, el más reconocido del país. Y un verdadero humanista, también.
Y un ejemplo: siendo director del Hospital de Niños, logró por primera vez que se admitiera a las madres la posibilidad de internarse para acompañar a sus hijitos enfermos. Fue una medida tan humanitaria como positiva. El doctor Escardó decía que el temor y la soledad del pibe internado lo enfermaban más que el virus o la bacteria que pudiese alojar en su organismo.
Fue también un periodista de alto nivel. Y en ese carácter trabajó en “Crítica”, en el diario “El Mundo” y posteriormente en “Clarín” y en “La Nación”.
Era muy ingenioso y firmaba a veces con un seudónimo “Piolín de Macramé”. También publicó, como escritor, nada menos que veintidós libros. Y como si esto fuera poco, escribió la letra de dos tangos.
Fue además, profesor universitario de Pediatría en la Universidad de Buenos Aires y también presidente de la Sociedad Argentina de Escritores.
En lo personal tuvo una vida familiar, diría, diversificada, como que se casó cuatro veces, en casi todos los casos con mujeres mucho más jóvenes que él. Tuvo tres hijos.”
La verdad, recuerdo con mucha simpatía su tiempo en tv, donde junto a una de sus esposas, la psicóloga Eva Giberti, contribuían a que las mujeres viéramos cosas de la crianza con ojos nuevos.
Aunque se manifestó siempre antiperonista, sabía ser lo suficientemente abierto de mente como para admirar al Dr. Ramón Carrillo, por ejemplo. Y decirlo abiertamente. En 1976 fue declarado cesante de todos sus cargos pero se mantuvo firme en sus convicciones sin claudicar y por eso más lo admiro.
Como ya sabemos que “como muestra basta un botón” o, en este caso, un nudo, compartiré con ustedes uno de los ingeniosos y actuales textos de mi admirado escritor:
“La economía era una cosa coherente. Hasta que aparecieron los economistas. Se llama economista a un señor muy informado. Que usa una jerga que ni los economistas comprenden. Y cuya misión consiste en demostrar que el ministro de economía está errado. Lo que siempre es cierto. Hasta que a él lo nombran ministro de economía. Después de lo cual sigue siendo cierto.
El desconcierto nace de que la gente confunde la economía con la economía doméstica. Y supone que una depende de la otra. Cuando en realidad ni una ni otra dependen de nadie. De nadie residente en el país. La gran economía consiste en una serie de declaraciones sobre economía. Que los ministros emiten. Se denomina ministro de economía a un señor que habla de economía. Mientras otros la manejan. Y cuida el empleo. Que le darán cuando baje del ministerio. Es decir suba. A funcionario de un organismo económico internacional. Que es como se llaman las instituciones que rigen las economías nacionales.”
Y con este “nudo” doy por finalizada mi crónica, esperando haber traído a los lectores una personalidad que marcó rumbos en la vida argentina y la certeza de que los hilos de la vida, de nuestras vidas, mejorarán mucho si quienes los manejan saben anudarlos con digna humanidad como Florencio Escardó.

Cati Cobas

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