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354- Peligro de derrumbe

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“La casa del mirador del ahorcado se va a derrumbar”, nos dicen desde el Gobierno de  la Ciudad. Los primeros días de esta infausta nueva, los que transitamos por la Avenida Entre Ríos, tuvimos que bajar a la calzada para evitar el riesgo. Los locales a ambos lados del edificio en peligro inminente fueron clausurados, de modo que pensé que alguien demolería el edificio de macabra historia. Por si no saben de qué hablo, se trata de una casa de dos plantas en la que se cuenta que vivió una familia cuyo s hijos se suicidaron por una muchacha. Altri tempi, realmente… Bueno, pensé, seguro que este lunes empiezan los trabajos de demolición o de apuntalamiento. Ya pasó más de un mes. Las vallas ya no están, los carteles de advertencia, menos. Los comercios aledaños han optado por mudarse. Y los caminantes que sabemos del tema estamos eligiendo la vereda de enfrente aunque nos quede incómoda. Nadie hace nada. Empezando por el Gobierno de la Ciudad al que desde esta modestisima tribuna haré r

353- El sandwichito- Caticrónica

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Cada vez me resulta más difícil salir a la calle. Y eso que me encanta pasear, mirar vidrieras, aunque compre solo con los ojos; contemplar el cielo, los árboles de mi ciudad, que son tan hermosos, enormes y variados. Pero en estos tiempos me topo permanente y superlativamente con gente sin techo, en la calle, desamparada. Los veo en los subtes, en los portales, en las recovas y, a veces, desparramados en la vereda (los más jóvenes) como si las adicciones y la soledad los arrojaran prematuramente hacia la muerte. ¿Cómo se puede no penar, cómo sentir indiferencia frente a esta sinrazón que nos venía invadiendo pero que ahora es aguda y dolorosa a más no poder? “Siempre ha habido gente sin hogar”, dirán ustedes. Pero no tanta, tanta. No de esta manera inclemente, abandónica, impúdica e indecente. No con la sensación del abismo del sálvese quien pueda que cada día está más cerca. Por eso digo que cada vez me resulta más complicado no mirar, no ver, hacerme la tonta en pos de mi felicidad

352- San Cristóbal resiste en hilo y lana (en el día del Nunca Más) Caticrónica

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  El Día de la Mujer, una parte de los argentinos asistió asombrada a la destrucción del Salón de la Mujer en la Casa de Gobierno. Una provocación llena de odio y misoginia. Me parece que hay gente en el gobierno que debe haber sido criada por un repollo o una achicoria, si no, no me explico la actitud. Para mí fue un momento muy triste porque había visitado ese salón varias veces y era un orgullo contemplar los rostros de Juana Azurduy, nombrada generala por Manuel Belgrano, que combatiera en el Alto Perú. María Remedios del Valle, una de las Niñas de Ayohuma que asistió a las tropas de Belgrano en la batalla del mismo nombre Declarada "Madre de la Patria", de origen afroamericano, antes había luchado también en en las invasiones inglesas, Mariquita Sánchez de Thompson, en cuya casa se tocó el Himno Nacional por primera vez en 1811. También nuestra primera médica, Cecilia Grierson y Lola Mora, la escultora tucumana, creadora de las estatuas que flanquean la entrada princi

351- "Gente de mal"

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  Para Susana, con cariño. Estos días son tristes para la “gente de mal”, los que estamos convencidos de que, como decía Raúl Portal “no se puede ser feliz entre infelices”. Muchas veces me dijeron que vivía en un termo cuando no veía o resignificaba algunas cosas que hacían los“gobernantespopulistasquesontodoschorrosynosllenandeimpuestosysiguenalachorrayesperoquesevayanprontoseanexterminadosynovuelvannuncamásydejendedarplanesabortivosporquetodostienenqueagarrarlapalayconlamíano”. Raro…muy raro…Porque muchos de los que se consideran o son considerados “gente de bien” no se dan por enterados de que no es cierto que el populismo gobernó esta tierra por setenta años, que cada vez que parecía ir mejor, un golpe con charreteras o sin volvía todo para atrás y reniegan de los subsidios, entre muchas otras cosas. Han tenido, por ejemplo, un comercio de venta de ropa en su garaje, oculto y sin pagar jamás un impuesto pero…son “gente de bien”. Sin contar mis muchas conocidas que se jubilaron sin

350-La dignificación del piolín (Caticrónica)

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Esta nueva crisis argentina, más difícil de transitar que ninguna de las anteriores, amenazaba con convertirme en zombi. Dos meses he pasado triste y enojada con todos los votantes de un cambio, que han hecho que la vida nos cambie tanto a los argentinos que estamos acostumbrándonos a comer una vez por día y a estar agradecidos por ello. Puedo comprender a los votantes por interés o necesidad. Si vivís de las exportaciones, por ejemplo, o si tenés un cargo político, que implique continuar cobrando un sueldo. También a los votantes por ignorancia, pobres de toda pobreza, que se dejaron llevar por un tipo histriónico, la tele y la desesperanza. Pero no puedo perdonar a los que por odio nos condenan a pasarlo tan pero tan mal. Este no perdón está haciendo que mengüe mi número de amigos y que no pueda concurrir a actividades en las que participan personas que votaron para “eliminar definitivamente” a las cucarachas, sin darse cuenta de que el insecticida también iba a acabar con ellas (com

349- Cuatro años y un avión

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   Para Juan Manuel Gomila, con mi agradecimiento por unos días inolvidables . Hace más de un año que no escribo. La crisis que estamos viviendo no debería ser excusa para esta pereza de poner palabras  lo que me pasa, lo que nos pasa. Fui pionera en contar la crisis argentina en el 2001 y todavía con la licencia de hacerlo con humor. Pero Momo, el dios del sarcasmo, las burlas y la agudeza irónica,  el dios griego de los escritores y poetas, me ha abandonado en forma decidida perdido en comparsas y murgas de carnaval, sumado a que, de verdad, lo que estamos viviendo no me causa ninguna gracia. Por primera vez en setenta y cuatro años, la acritud y el desánimo amenazan con dominarme y la resiliencia, con abandonarme.  También influye el sentir que en treinta años ya no estaré por estos pagos que, tal vez, sean igualitos a Irlanda y que ver cinco veces la misma película es un tanto … ¿molesto? Pero escribir me hace bien. E investigar para hacerlo, también. Es por todo eso que, por mi s

348-Esa casa rosada

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Van a perdonarme. Pero ya hace unos años que estoy fastidiada con la mercantilización de la medicina y el trato poco compasivo que tienen no todos pero si muchos profesionales. Por eso pasar frente a la casa rosada de Parque Chacabuco me hizo recordar   un tiempo un poco más humano   La casa se erigía, elegante, en la esquina de la Avenida José María Moreno y la calle Tejedor, aquí en Buenos Aires y en mi barrio. De una sola planta, con baldosas en damero en la entrada y visillos de voile en todas las ventanas, primorosamente blancas, anunciaba que sus propietarios eran gente de buen pasar. Era la época en que los médicos y otros profesionales vestían de traje y corbata y tenían un cierto aire especial, que infundía respeto. Cuando mamá y   yo trasponíamos la puerta cancel, y nos recibía la dueña de casa, que aparecía silenciosamente desde un patio que se adivinaba detrás de otra puerta vidriada, escuchábamos de su boca, siempre con extrema amabilidad: “en un ratito las atiende